Elena Ruiz-Mateos.
Directora de Eventos de “El Bucarito”
Cuenta una leyenda árabe que un pastor nómada transportaba la leche de las ovejas dentro de una bolsa hecha con la tripa de uno de sus corderos y que, después de caminar, a pleno sol, durante horas, al abrir la bolsa la leche se había tornado sólida.
Lo cierto es que no se sabe, a ciencia cierta, cómo comenzó la elaboración del primer queso aunque, lo más probable, es que fuera descubierta en varios lugares al mismo tiempo como método de conservación de la leche procedente de los animales rumiantes (cabra, vaca, oveja, búfala, camella…) cuando empezaron a domesticarse estos animales.
A Europa llegó procedente de Oriente Medio, siendo Grecia y Roma los primeros en popularizarlo. Tras todos estos siglos de historia, la herencia que nos deja, es una extraordinaria variedad de quesos y una extendida cultura alrededor de la sencilla combinación de 4 componentes (leche, fermentos, cuajo y sal), que sometidos a distintos procesos y delicados mimos, dan como resultado este manjar de la gastronomía mundial.
Siendo una de las viandas más nutritivas en una alimentación equilibrada, con grandes beneficios para la salud, su versatilidad le permite ser el perfecto aperitivo, el ingrediente estrella en un plato principal o el postre más delicioso. De entre todos los tipos de queso que existen actualmente en el mercado, el queso de cabra tiene un creciente interés entre la población por poseer una menor cantidad de grasas, colesterol, calorías y lactosa para las personas que presentan intolerancias leves, así como una mayor cantidad de proteínas, vitaminas y minerales que los quesos elaborados con otros tipos de leche
Beso, verdad o atrevimiento
Aunque el queso está riquísimo solo, la verdad es que también llama a buscar un buen acompañamiento dulce o salado o los mejores maridajes como pareja de baile para sacarle el máximo partido y realzar sus cualidades como si del mejor beso se tratara.
La elección final dependerá del gusto personal de cada uno y aunque es recomendable mantener una armonía entre sabor y texturas, lo cierto es que la creatividad y el atrevimiento a experimentar nos abren un infinito abanico de posibilidades.
Por los siglos de los siglos…
El queso de cabra y el pan, en la más extensa expresión de su palabra con sus múltiples variedades, son dos de los alimentos más antiguos del ser humano y perfecta unión. Ambos artesanos, de sabores que te elevan a lo más celestial, en una fiesta en la que no necesitan más invitados.
Ellos, los más salaos
Las nueces son probablemente el fruto seco por excelencia que mejor combine con el queso pero también la opción de las avellanas, pistachos, almendras, anacardos o cacahuetes que, sin ser un fruto seco, podemos englobarlos dentro estos interesantes acompañamientos tan salaos.
Uvas y queso saben a beso
Como dice el refranero español, tan ricas como un beso y el buen regusto que dejan en el paladar. Pero más allá del fruto de la vid, los quesos de cabra forman una combinación perfecta con frutas secas como pasas, ciruelas, dátiles y orejones o frutos rojos como la fresa, frambuesa, moras, arándanos o grosellas u otras frutas como los physalis, higos, peras, membrillo en su estado más dulce o manzanas que permiten refrescar el paladar del comensal entre queso y queso.
Ella y él de luna de miel
Ellas, la miel en sus múltiples variedades y las mermeladas, algunas tradicionales como las de fresa o melocotón y otras más atrevidas, como la de calabaza, pimiento o cebolla… siempre tan dulces. Ellos, con su carácter salado, propio de los quesos de cabra, forman la pareja ideal que hacen viajar al paladar hacia fronteras desconocidas como si de una luna de miel se tratara.
Me realzas con oro líquido
Un buen queso de cabra regado con unas gotas de nuestro preciado aceite de oliva virgen extra, al más puro estilo español, realzan el sabor, aroma y jugosidad del queso en una experiencia sensorial única emocionante a cada bocado.
Los amores reñidos son los más queridos
Se considera que el queso y el vino forman un tándem perfecto; sin embargo, en determinadas ocasiones, les resulta complicado encontrar el equilibrio entre ellos ya que ambos poseen mucho carácter.
Pero como en el amor, a cada oveja, o en nuestro caso, a cada cabra, su pareja. Tantos quesos como vinos; blancos o tintos, jóvenes o maduros, dulces o afrutados que a lo largo de sus vidas se enamoran, riñen y se reconcilian dependiendo del momento en el que se unan.
Sin duda, el lugar de procedencia de los vinos y los quesos suelen ser un buen punto de partida de una duradera relación. Como dice el dicho, ‘la cabra tira al monte’ y si el terruño en el que se cultiva la vid y los pastos con los que se alimenta al ganado para obtener la leche, a partir de la cual se elaboran los quesos, son de la misma región, estos estarán fuertemente marcados y tenderán a compenetrarse siempre.
En El Bucarito, empresa agroalimentaria ubicada en Rota, pueblo de la costa gaditana, en la que se elaboran artesanalmente quesos de cabra, de raza florida, alimentadas en sus praderas y embutidos de su propia ganadería, comparten la importancia de buscar siempre a sus quesos la pareja de baile ideal en cada uno de los eventos que organizan.
Suculentas mesas con una gran variedad de quesos, en las que la decoración está inspirada en lo que les da la tierra, sus animales y los procesos de elaboración artesanal que llevan a cabo, no se entienden sin sus múltiples acompañantes. Un despliegue de panes, picos y tostas, elaborados en el Obrador San Antonio (empresa del mismo grupo), deliciosos frutos rojos, confituras, uvas y frutos secos completan unas mesas para que sean un reclamo para la vista y un auténtico placer para el paladar que, como si de un flechazo se tratara, enamoran a primera vista y bocado.